viernes, 25 de febrero de 2011

Antártida: Cómo describir esta maravilla

Como describirlo es lo más complejo, no terminaba de decidirme y durante las dos semanas que estuve previas a embarcarme, mientras visitaba Ushuaia y sus alrededores le preguntaba a cualquier persona que cruzaba y que había estado en la Antártida, que tal era el lugar y la experiencia. Todos venían maravillados. Decían que era increíble, pero nadie podía ponerle los adjetivos correctos para expresar lo que había vivido en el continente blanco.
Focas Cangrejeras, Bahía Paraíso, Antártida
 Focas Cangrejeras - Bahía Paraiso
Al final dí bastantes vueltas, pero luego de consultarle a un par de amigos, me terminé de convencer cuando le comenté el itinerario a mi Tío Rubén, que ha estado en la zona un par de veces y es uno de los que quedó flechado por los encantos de esta región tan austral del planeta. Él fue uno de los que me dijo que si tenía el tiempo y el dinero no lo dude y así fue.
Es cierto, el precio de "último minuto" no era precisamente barato, luego de recorrer y especular bastante lo mas económico que encontré fue USD 3145 por un crucero / Tour de 9 días y medio con todo incluido, pregunté bastante a gente local y ese precio no iba a bajar, aunque uno realmente intente esperarlo hasta los momentos finales a la partida. Además del importe, significaba acortar mi viaje alrededor de 4 meses, pero me convencí para hacer esta excepción en el presupuesto y partí a conocer el Continente Blanco. Además estaba en Ushuaia con tiempo para esperar y la plata, oportunidades que quizás no repitan muchas veces más en la vida.
Una semana después de haber sacado el pasaje, trekking de 4 días al Lago Fagnano de por medio, me embarque en el MS Expedition. Me lo habían recomendado y ya me sorprendí al ver mi habitación, era la más económica, compartida con tres camas, baño y bastante espaciosa. Además las comidas y los servicios a bordo eran excelentes. Zarpamos a las 6 de la tarde y mientras comenzamos a avanzar por el Beagle ya nos fueron dando algunas charlas introductorias seguidas por la cena y una película.
La verdad es que durante los dos primeros días, mientras se cruza el Pasaje de Drake, no hay mucho para ver, salvo que se tenga la suerte de cruzar algún animal, así que intentaba ir de vez en cuando a cubierta, donde con paciencia se pueden ver sobre todo aves, entre las que se pueden distinguir petreles y albatros. El clima fue bueno, así que Drake nos trató bastante bien a la ida, igualmente durante todo el viaje se van organizando lecturas o exposiciones sobre la Antártida a cargo de biólogos, geólogos o historiadores, así uno se va interiorizando de lo que va a conocer y de paso se entretiene. Ya cuando comenzamos a llegar a las Islas Shetland del Sur pudimos ver unas ballenas de aleta y algunos pingüinos barbijo nadando cerca del barco, toda una introducción a lo que vendría en las jornadas siguientes.
Pingüinos Barbijo - Isla de Aitcho - Shetland del Sur
A la tarde del tercer día ya llegamos a la Shetland del sur, puntualmente a la Isla de Aitcho, donde tuvimos nuestro primer desembarco. Creo que estábamos todos bastante alterados cuando empezamos a tomar las Zodiac hacia la playa y el clima estuvo espectacular para esta isla, que es una de las pocas que tiene algo de verde. Caminamos por sus playas y había básicamente dos clases del pingüinos, los Papúa y algunos de la especie Barbijo. En ambos casos tenían pichones ya bastante crecidos, cambiando plumaje antes de irse al mar a pasar el invierno, pero mientras los últimos estaban más estáticos y concentrados en grupos, los Papúa o Gentoo (en inglés) eran mas inquisitivos y curiosos, y andaban jugando entre la gente o picoteando a veces los pantalones de algunos de los turistas. La verdad es que resulta muy divertido y uno no deja de mirar para todos lados y sacar fotos. Ya después de una hora nos fuimos para una caminata a uno de los extremos de la isla, donde además de disfrutar de unos momentos de cielo azul y sol pudimos ver bastantes elefantes marinos hembras y crías que estaban en tierra cambiando sus pelajes, bastante estresados por esta fase crítica, así que además del olor que desprenden, de vez en cuando emitían algún quejido. Luego de cambiar el pelaje se van a pasar el invierno y alimentarse al mar. Actividad que ya estaban haciendo los machos mayores, por eso no los vimos. Luego de la época de cría y de vigilar y competir por su harén, se van al mar a alimentarse y recuperar peso. También había algunos lobos marinos y una foca de weddell, sola en un rincón mirándonos tranquila y descansando mientras le sacábamos fotos y disfrutábamos de ella. Ya más que contentos con la primer experiencia de desembarco nos tocó volver al buque antes de cenar, briefing o repaso de las actividades del día, las de la jornada siguiente y a dormir.
Lobos Marinos, Isla de Aitcho, Shetland del Sur, Antártida
Lobos Marinos - Isla de Aitcho - Shetland del Sur
Como era costumbre nos despertaban por el equipo de audio del buque a las 7 de la mañana, desayuno (que era más que completo) a las 7.30 y a comenzar con las actividades entre las 8 y las 9. Así que al cuarto día hicimos los dos desembarcos que estaba previstos. El primero fue en las Islas de Cuverville (o Cuverville Islands) ya como íbamos avanzando para el Sur, se notaba porque la superficie estaba cubierta de nieve o hielo, esta vez nos tocó desembarcar cerca de un glaciar. Se podía recorrer la playa donde había pingüinos Papúa y como siempre algunos Skuas Chilenos y Palomas Antárticas. Los primeros esperando poder comerse algún huevo o pichón y los segundos esperando para alimentarse de las sobras del alimento que regurgitan los padres al alimentar a sus crías. Otra opción en el landing (como llaman a los desembarcos), era realizar un trekking subiendo un cerro de 150 metros de altura, la caminata más larga que íbamos a hacer entonces me anoté en eso. La pena fue que al subir empezó a nevar y no pudimos disfrutar mucho del paisaje, pero estuvo divertido y bajamos tirándonos por el hielo y la nieve.
Pingüinos Papúa, Puerto Neko, Antártida
Pingüinos Papúa - Puerto Neko
El Segundo desembarco de la cuarta jornada y tercero del viaje fue en Neko Harbour, iba a ser nuestra única parada en la península Antártica y en el continente (el resto fueron en islas). Este landing en la playa era algo particular, porque se hacía próximo a un glaciar que podía tener grandes desprendimientos de hielo y en ese caso podía provocar olas y ser peligroso. Así que de las Zodiacs directo a unos metros cuesta arriba, al resguardo en la nieve junto a todos los pingüinos Papúa. Lo bueno fue que en este lugar había muchos nidos con pichones y creo que como se me fue pasando un poco la desesperación de las primeras tomas de contacto, comencé a disfrutar de estas aves como hay que hacerlo, es decir, quedarse quieto entre ellos observando y ya los pingüinos se relajan y se encargan de venir a tu alrededor, porque son bastante inquisitivos, cuestión que se disfruta mucho más. Entre fotos y admiración del entorno y la fauna, entre playa, nieve y piedras estuvimos ahí unas dos horas y nos volvimos al barco. Es este landing también se podía hacer una caminata, pero preferí disfrutar más del lugar y de las maravillosas vistas que teníamos con un glaciar con hielo azul de al frente, que de vez en cuando rugía al dejar caer trozos de hielo al agua.... uno de los tantos espectáculos dignos de admirar que ofrecen estas tierras tan australes.
Comenzó el quinto día y a la mañana bajamos en la isla de Peterman, de los lugares que visitamos fue el que más disfruté en contacto con la fauna. Primero fui a ver los pocos pichones que quedaban de pingüinos Adelaida, estuve ahí un buen rato y después me fui hasta la otra punta de la playa, donde había un monumento en forma de cruz y el Refugio Naval Groussac de la Armada Argentina.
Pingüinos Papúa, Isla Petermann, Antártida
Pingüinos Papúa - Isla Petermann
Me saqué unas fotos desde la cruz y después de ver unos lobos marinos me fui acercando hasta la parte frontal del refugio, donde está la bandera pintada. El problema es que uno tiene que hacerlo respetando la distancia de 5 metros con las aves, y para poder llegar a destino lo fui bordeando entre piedras y agua hasta que llegué a una especie de lago y creo que además de sacar fotos fue la mejor experiencia con los Papúa. Me quedé como unos 40 minutos sentado en una piedra en el medio del pequeño lago o charco y empezaron a aproximarse, primero los pichones a las piedras cercanas y luego los adultos nadando a mi alrededor... sencillamente increíble, disfrute al cien por cien sin importar el frío y el viento.
Icebergs en Bahía Pléneau, Antártida
Bahía Pléneau
A la tarde vino otra de las joyas del viaje, el primer paseo en Zodiac por las aguas de Bahía Pléneau (Pléneau Bay), llenas de icerbers, esculturas naturales de hielo de diferentes tamaños y tonalidades y fauna. Fuimos moviéndonos con la lancha de sitio en sitio y admirando focas cangrejeras, pingüinos pescando y saltando a nuestro alrededor, bloques de hielo y el paisaje en general. Entre los distintos animales que observamos tuvimos la suerte de disfrutar de una foca leopardo descansando en un bloque de hielo, estaba cambiando pelaje y impresiona ver la mandíbula que tiene este mamífero, como la de un perro. Es el segundo depredador Antártico, ya que el principal es la Orca, animales que lamentablemente no pudimos ver en la expedición. La foca leopardo se quedó ahí unos minutos, la miramos a unos metros, y les sacamos bastantes fotos. Después se fue al agua, y por curiosidad no tuvo mejor idea que morder y pinchar la lancha que venía detrás. Toda una experiencia para la gente que estaba a bordo, sobre todo cuando tenían al animal nadando alrededor y justo vieron que empezaron a perder aire de la embarcación.
Foca Leopardo en Bahía Pléneau, Antártida
Foca Leopardo - Bahía Pléneau
Por suerte las Zodiacs tienen 7 compartimientos de aire, por lo que no se corre ningún peligro en estos casos. Otra de las cosas que hicimos en esta excursión, y que por más de ser simple me parece digna de mencionar, fue la de apagar el motor de la lancha y disfrutar de los ruidos del mar y sobre todo del de las pequeñas piezas de hielo que nos iban rodeando, que van sonando al ir liberando el aire que tienen comprimido en su interior. Hora y media después de comenzar a navegar volvimos al barco deslumbrados por la experiencia.
Ya este quinto día habíamos comenzado a regresar, cambiando el rumbo hacia el norte, pero siguiendo con el plan de paradas, si el tiempo lo permitía, y así sucedió.
A la noche en lugar de película o charla tuvimos el único punto gris del viaje, el tour era algo Británico y nos hicieron la propaganda de la Base de Puerto Lockroy (Port Lockroy), donde íbamos a bajar el día siguiente y era el lugar esperado por muchos, para comprar recuerdos, mandar postales, etc. Lo cómico era que lo promocionaban como la super base científica y en realidad es un auténtico Gift Shop, donde hay cuatro voluntarias vendiendo souvenirs y una de ellas además contando pingüinos. Como no tenían ni duchas, vinieron a bordo la noche anterior a bañarse, respondieron una ronda de preguntas...bastante tontas para ser honesto y se fueron. Digo esto por lo que fue al otro día la visita y sin desmerecer a las bases y científicos Británicos, que tienen instalaciones y profesionales más que respetables en el continente blanco, pero justo la localización en la que pusimos nuestros pies, no era el ejemplo a seguir.
Entonces al otro día desembarcamos en Puerto Lockroy, lo bueno es que se podía ir de la Isla Goudier (Goudier Island) donde estaba la tienda de Souvenirs al Punto Jougla, una playa cercana. Dí una vuelta en los alrededores de la antigua base, el cielo estaba celeste y había sol, así que saque unas cuantas fotos muy buenas y sin gastar ni un centavo salí disparado en Zodiac para el segundo destino, Punto Jougla (Jougla Point) otro de mis sitios favoritos. En las playas, con sus piedras cubiertas de nieve había un esqueleto de ballena, reacomodado para que se pueda apreciar su ensamblaje y extensión, para variar Papúas con sus crías y lo mejor, quizás por la novedad y porque me encantan los pájaros de esta familia, cormoranes de ojo azul con sus pichones. 
Cormoranes de ojo azul, Puerto Lockroy, Antártida
Cormoranes de Ojo Azul, Puerto Lockroy
Así que quedé bastante ratos entre los cormoranes, viendo como alimentaban a sus crías, como estas no dejaban de pedirles alimento, entonces se veías a los padres ir en turnos a pescar, alimentar a sus pichones y volver para repetir el proceso. También de vez en cuando entre las parejas se hacían como mimos, escenas muy buenas para contemplar y, porque negarlo, sacar bastantes fotos. Entre los Gentoo (los llamó como lo hacen los vecinos de la tienda de Souvenirs), había dos pequeños muy particulares por su pigmentación, uno era casi todo negro y el otro tenía sus partes oscuras de un color que se podría describir como té con leche. Creo que caminé como 3 veces por todos los lugares accesibles de la visita, hasta que me volví con la última lancha, como ya era mi costumbre. Era algo único y aunque haya frío o nieve, intentaba disfrutarlo al máximo y no volvía hasta el último llamado.
A la tarde compensando lo del Gift Shop vino un paseo en Zodiac por el lugar que para mi tiene el mejor paisaje de todo lo que vi. Fue en Bahía Paraíso (Paradise Harbour) alrededor de donde se encuentra la Base Argentina Brown. Y ahí me di cuenta que pasa cuando a uno le piden que lo describa, aunque voy a intentarlo: Una bahía casi cerrada, con mar completamente calmo lleno de fauna y bloques de hielo de todos los tamaños, tonalidades y formas. Y para complementarlo rodeado por costas de montañas, rocas y glaciares. Un paisaje similar al girar en 360 grados, algo único, majestuoso e inigualable. Nunca había estado en un entorno así, a lo sumo había visto algunos glaciares entre montañas, pero no con está magnitud, en tanta cantidad, y rodeado por estas esculturas de hielo flotando en el agua, a veces coronadas con focas descansando imperturbables.
Bahía Paraíso, Antártida
Bahía Paraíso
Y en un rincón , debajo del cerro y contra la roca destaca la Base Brown, nombrada en honor al Almirante que fundó la Armada Argentina, quien nació en Foxford, Co. Mayo, Irlanda. La base tiene la historia peculiar de que cuentan, que en 1984 cuando se ocupaba todo el año, el Doctor de la misma la prendió fuego para evitar pasar ahí el invierno. Lamentablemente, hoy en día me dijeron que casi no está en uso por razones presupuestarias. Realmente una pena, ya sólo por el lugar, si me llevan gratis, creo que iría una campaña antártica de voluntario a contar pingüinos como hacían los ingleses, juntar su excremento o lavarle los dientes a las focas leopardo con tal de volver a estar ahí más tiempo :). Estuvimos hora y media disfrutando y navegando por el lugar, pasamos por las rocas junto a las bases donde hay más nidos de cormoranes de ojo azul y cumplido el plazo no tuvimos más remedio que volver al MS Expedition.
A la noche ya comenzamos a aproximarnos a las Shetland del Sur, donde iban a ser las últimas paradas. La primera estaba programada en la isla Decepción, en la Bahía de Balleneros y la segunda en la Isla Media Luna. Como el clima en el segundo destino era muy malo, hicimos las dos paradas en Decepción. Un pena, seguía a bordo con una caja de alfajores, y andaba con la esperanza de poder pasar por la Base Argentina de Media Luna para dejarla ahí, pero no se pudo.... espero que para la próxima :)
La Isla Decepción es muy particular, una especie de anillo, formado por la parte que sobresale en superficie de la caldera del cráter de un volcán. Tiene una entrada de agua por donde se ingresa que se llama Fuelles de Neptuno (Neptune's Bellow). Es un sitio activo aunque la última erupción fue en 1968 y destruyo las bases Chilena y Británica que funcionaban en el lugar. Sólo siguen activas en campañas de verano Instalaciones Argentinas y Españolas. Antiguamente la isla, por el refugio natural que ofrece fue utilizada por los Noruegos como planta ballenera de 1911 a 1931, cuando se cerró por el colapso del precio del aceite de ballena.
En el desembarco de la mañana visitamos Bahía Ballenera, donde se puede caminar por la playa, ver los restos de la antigua planta y parte de los edificios de las instalaciones que luego utilizaron los Británicos durante la segunda guerra mundial en la llamada "Operación Tabarin". También realizamos dos actividades más, En la primera caminamos hasta la ventana de Neptuno, una apertura en el medio de la montaña, desde donde se pueden ver sus acantilados y el mar. La segunda era voluntaria, quienes querían podían nadar en el mar y les daban un certificado. La verdad es que preferí no hacerlo, ya la paso bastante mal cuando tengo que badear arroyos de montaña, como para hacerlo en el mar por la gracia. Así que mientras algunos se refrescaban y volvían al barco pálidos tiritando de frío para meterse directo en el sauna, me quedé recorriendo el lugar y sacando fotos de los tanques y las antiguas instalaciones balleneras.
En la segunda bajada fuimos a Bahía Telefón (Telefon bay), creo que recibe el nombre por un barco que tuvo que ser reparado o encalló en el lugar. Lo curioso y que hicimos en ese lugar en caminar por los bordes de un cráter de una salida del volcán. Caminata interesante y particular, así que esa fue nuestra despedida de tierras antárticas. Luego embarcamos, volvimos a estrechar manos con Drake, que se volvió a portar bien, más charlas, videos, películas, observación de aves en cubierta y dos días después volvimos a Ushuaia. El único imprevisto fue que tuvimos que hacer una parada de emergencia en la Isla Piloto y saltear Cabo de Hornos, desafortunadamente una pasajera tuvo apendicitis a la vuelta y hubo que evacuarla desde ese sitio en helicóptero. Pero dos horas después ya la habían operado en Ushuaia y todo había salido bien.
Resumiendo además de único, indescriptible, maravilloso, fantástico, virgen, original, etc. Tuvimos suerte con el tiempo, tanto cuando cruzando el pasaje de Drake como en los landings, en total pudimos hacer nueve bajadas, y sólo nos nevó algo y nos mojamos en la segunda. Con respecto al staff del barco, superó completamente mis expectativas por el buen ambiente, los conocimientos de todos en los campos en los que se especializaban y la predisposición para aguantarnos a todos. Otra cosa curiosa somos los pasajeros, en este viaje conviven perfiles de gente muy diferentes, cómo es casi la única forma de ir a Antártida nos mezclamos a bordo distintos personajes, desde mochileros hasta gente acostumbrada a los cruceros, eso lo hace más interesante en algunos casos y la convivencia del grupo fue muy buena.
La mayoría de los barcos son en inglés, en castellano sólo están el buque Ushuaia y otro más que no sé el nombre, pero yo fui por la opción más barata y realmente no me arrepiento. Me habían dicho que el buque era muy bueno y tanto en comida, servicios, staff y equipamiento (con sala de desembarco, gimnasio, sauna y bar) me sorprendió.
La última noche la pasamos en Ushuaia pero a bordo, desayunamos y desembarcamos a la mañana siguiente.
Ya cuando estábamos en puerto, Colin, uno de los biólogos dio una charla extra más que interesante. Resulta que él fue uno de los profesionales que trabajaron de reintroducir a su hábitat natural a la Orca Keiko, que se hizo famosa por la película "Liberen a Willy" (Free Willy). Nos contó la historia, con varias presentaciones y se notaba por momentos que lo hacían emocionar. Luego nos quedamos hablando y me comentó que trabaja en una asociación que intentan devolver a su entorno originario a las Orcas capturadas que siguen en cautiverio en los acuarios, siempre y cuando existan las condiciones para que puedan vivir normalmente en libertad. Y me dijo que de las pocas que quedan en el mundo, una de las candidatas es una de las ballenas que está actualmente en Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú (Buenos Aires, Argentina). Ya que no nació en cautiverio y sus hábitos de consumo son de mamíferos, por lo que no necesitaría reencontrar a su grupo familiar original. Esperemos que en un futuro pueda volver al lugar donde pertenece, el Océano.
Toco volver a tierra, y me despido así de tanta comida y desayunos continentales por un tiempo, de vuelta a la vida de mochila, hostels y carpa que tanto me gusta últimamente. Fue una excepción a como acostumbro a viajar, pero no dudo de que valió la pena para conocer este rincón tan maravilloso del planeta. Espero que con el paso de los años se pueda mantener tan limpio y natural como lo está, para que otras generaciones puedan disfrutarlo y quizás tenga la oportunidad de seguir conociendo la Antártida.... ganas sobran.

lunes, 14 de febrero de 2011

Trekking Austral: Al Fagnano Ida y Vuelta

Al final salí a hacer mi primer caminata de varios días, inicialmente iba a realizar una ruta que tenía en una guía de trekking, pero luego de hablarlo con gente local, decidí extender el recorrido e ir desde Ushuaia al Lago Fagnano por un sitio y volver por otro. La ruta que decidí seguir fue la de entrar por el Paso Bebán, pasar por Bahía Torito, en el Lago Fagnano, seguir por la costa hasta la Laguna de los Renos y volver por el cañadón de las cinco lagunas, paso Valdivieso y Valle Carbajal.
La verdad es que no son rutas que la gente suele hacer habitualmente, así que lo pregunté bastante y luego de hacerla tengo que decir que la dificultad de este trekking creo que es intermedia y por tramos difícil, físicamente es algo exigente, y hay que tener algo de experiencia, sobre todo para la parte que hice de vuelta. Igualmente en mi caso, no quería repetir los errores que cometí cuando se formó el grupo para hacer paso de la oveja (a lo sumo ir con una o dos personas más habituadas a caminar en montaña), y además al necesitarse 4 o 5 días, me terminé yendo sólo (La mayoría de la gente viene a Ushuaia entre 2 y 4 días en total). Así que preparé todo y como corresponde el día anterior fue a notificar fechas y ruta a la oficina de turismo, para que tengan registro en Defensa Civil en caso de problemas.
Así que arregle transporte con Sergio (dejo sus datos al final del post por si a alguien le pueden ser útiles) y me llevó a la mañana por la ruta 3, hasta el kilómetro 16, justo donde el gasoducto corta la carretera, que es el punto de partida.
Trekking por Paso Beban y Valdivieso, Ushuaia, Argentina
Camino a Paso Bebán
Arranqué a cerca de las 10hs, bajando un sendero hasta el río, se cruza por unos troncos que hacen de puente y comenzaron los problemas de camino, al menos con respecto al mapa topográfico que yo llevaba y la páginas de la guía. El sendero que sale para el norte se pierde a los pocos metros, y la calle de tierra que hay sigue bastante tiempo paralela del río hacia el Oeste, así que como la segunda opción no me convencía, salí para el norte a través del bosque, se avanza lento pero es fácil seguir el rumbo ya que se ven los picos Cerro Bonete y Punta navidad.
En el terreno que iba a ser habitual en los próximos días, fui avanzando por tramos entre bosque y turbal. Ya cuando habré avanzado un par de kilómetros crucé una especie de ruta de cuatriciclos / Quads y la fui siguiendo por momentos, ya que me convencía el rumbo y se avanza más rápido, hasta que se hizo senda y llegué al Refugio Bonete, son alrededor de 4 kms y medio y tardé alrededor de dos horas. Ya desde ahí avancé unos metros más para protegerme del viento, paré a almorzar algo y seguí metiéndome entre las montañas por el paso Beban, con el Cerro Falso Carbajal de frente, que la verdad es que ofrece una muy buena vista con sus pequeños glaciares colgando en la cima. Ya bordeando el Cerro Navidad, con el río a la derecha se va girando hacia la izquierda (Noroeste) y queda el Paso Beban 1 o Este de frente. Atravesarlo no es tan simple, ya que no se veía senda clara y hay que ir subiendo por una pendiente llena de pizarra o laja suelta. Al piso no tan firme había que sumarle que para colmo había viento bastante fuerte de frente, por lo que había que ir muy lento y seguro, para no desestabilizarse. Una vez que se cruza el primer paso, ya queda de frente algo a la derecha el Paso Beban 2 o Oeste, así que se va tranquilo por la ladera de la montaña para poder sortearlo. Dentro de las vistas que ofrece, a la derecha se ve un cañadón con la Laguna Paso Beban de fondo, una buena panorámica, de las tantas que ofrece este recorrido.
Una vez que se atraviesa el Segundo paso ya el resto del camino es bastante sencillo de hacer, cuesta abajo y dejando el curso de agua del lado derecho. Avancé cerca de unos 4 kilómetros más, paré un buen rato a ver unos castores que andaban en una laguna llevando ramas para reforzar su dique, pero cuando me acerque un poco más, se metieron bajo el agua. En el curso de todo el río se puede ver el daño que causan estos animales no autóctonos, traídos a la isla hace años por la Armada Argentina, en un intento frustrado de explotar sus pieles. El problema principal es que en Tierra del fuego no tienen depredadores naturales, y encima los árboles que cortan no se regeneran (como si lo hacen en sus territorios de origen), sumando a que el tipo de bosque local al ser alcanzado por el agua de sus embalses muere. Pero volviendo al tema del trekking seguí caminando un poco más y cerca de las 5 y media de la tarde acampé en el arroyo que forma el Salto del Azul, una cascada muy pintoresca que queda a la izquierda del camino.
El segundo día comencé a caminar un poco antes de las 10, y aunque por muchos momentos no tenía senda, el camino no era demasiado complicado, pasé al otro lado del curso de agua (quedó a mi izquierda) y se hacen kilómetros cuesta abajo entre bosques y turbales. Ya después de caminar un buen rato se comienza a ver a la distancia el Lago Fagnano y uno pasa cerca dos lagunas, una a cada lado. Llegué a orillas del Fagnano, Bahía Torito cerca de las 12 del mediodía, pero lo hice al Este del cauce de agua, por suerte hay ahora una empresa turística que explota la zona y construyó un muelle y pequeño puente, así que me ahorro el trabajo de tener que cruzar el río y me fui a las cabañas y viejo muelle que funcionan en el lugar hace años. Saludé a las 3 personas que viven ahí, les pregunté como seguir para Laguna de los Renos, me indicaron amablemente que en lugar de continuar por la costa, como tenía pensado, podía comenzar siguiendo unos caminos de Cuatriciclos que van por detrás de su carpintería. Les agradecí, me despedí y seguí camino. En caso de problemas o llegar muy cansado tenía Bahía Torito como vía de escape. Ahí en caso de emergencia la gente local puede contactar a Prefectura o arreglando precio te pueden llevar en lancha del otro lado Lago o a Laguna Palacios (al Este), donde hay carretera y suele ir gente a pescar y acampar. Ellos tienen unas cabañas y también se puede llegar sólo hasta ahí y alojarse unas noches en el sitio.
Seguí mi camino hasta Laguna de los Renos (o de las Tres Marías), avancé un buen rato, paré a comer algo y para variar perdí de nuevo la senda, así que como era costumbre, seguí atravesando bosques y turbales. Habré tardado una hora y media en llegar, la fui bordeando hasta donde entra un pequeño curso de agua que viene del Paso Cinco Lagunas y se ve una pequeña cascada.
Luego seguí un rato más caminando por la orilla, paré un rato a contemplar la laguna, aunque sólo se oían saltar truchas y se veía dos patos muy tranquilos navegando por su aguas. Seguí buscando camino pero al no encontrarlo, volví al arroyo y manteniéndolo mi derecha, empecé a subir por el valle, medio a rumbo entre bosque y turba hasta alcanzar la laguna siguiente. Apenas vi el espejo de agua me recibieron unos cóndores majestuosos volando en la cumbre de las montañas cercanas. Eran alrededor de las cinco, así que me fui hasta la parte norte y acampé a metros del arroyo, sobre el bosque en medio de árboles firmes (sino puede haber riesgo de que caigan con los vientos).
Paso Cinco Lagunas, Tierra del Fuego, Argentina
Paso Cinco Lagunas
El tercer día fue a mi gusto el más duro de todos, comencé siguiendo una pequeña senda que había encontrado en los último metros de la jornada anterior, pero a los pocos minutos desapareció y era todo cuesta arriba trepando entre rocas y barro por bosques, fui teniendo el río de referencia e improvisando camino por lo que consideraba el perfil más fácil de los cerros. La verdad es que costó bastante, sobre todo porque la mochila que se enganchaba en las ramas, y porque al ir solo si en algún momento me caía o pasaba algo, se iban a complicar bastante las cosas. Y así fue como avancé lentamente, primero a la segunda laguna, tercera y luego por una elevación, desde la cima del cerro vi la Laguna Mariposa. La vista que se va alcanzando es realmente muy buena, cada laguna a un nivel, como bajando escalones hasta llegar al Fagnando. Fue descansando en puntos panorámicos y después al escuchar el inconfundible toc toc de una pareja de pájaros carpinteros, que me quedé viendolos un rato.
Para seguir desde la cima donde veía la Laguna Mariposa había que atravesar al lado de una cascada trepando roca, y como al ir en solitario, me pareció que ya había cometido demasiadas imprudencias cuesta arriba, decidí irme medio a rumbo, siguiendo el perfil de las elevaciones rodeando el cerro que tenía en frente, total lo peor que me podía pasar era volver y acampar ahí. Para colmo comenzaron a bajar las nubes y no se veían los picos de las montañas, así que se hacía difícil orientarse por esa referencias y no iba a ver el Paso Valdivieso. Entonces comencé a andar hacia el sudoeste, y sin darme cuenta, pase cerca del Paso Mariposa, de ahí seguí rumbo sur en altura pasando 3 lagunas por un cañadón, la primera de ellas de un color verde intenso y la última y mayor, me sorprendió cuando vi que tenía a tres que la habitaban nadando, en el medio de la roca, a esa altura, casi sin vegetación alrededor. Es increíble el poder de adaptación de estos animalitos, que en mi caso siempre los divisaba a las tardes cuando salían. Donde termina la tercer laguna hay una cascada y una especie de precipicio con bastante pendiente y piedra suelta. Al no ver las cimas por las nubes comencé a orientarme mapa y brújula en mano, y llegué a la conclusión de que el valle que tenía debajo era el Carbajal, con el río Olivia. Había hecho el cruce en forma paralela al Paso Valdivieso, así que con recaudo, se podría decir que hice la última imprudencia del día, bajé muy lenta y cuidadosamente por la pendiente de roca desprendidas, apenas pude ya me puse a bajar por vegetación y cerca de las 18:30 llegué al río, lo recorrí rumbo Sudeste, unos metros hasta que encontré un buen lugar para acampar en una playita, y mientras armaba la carpa por la orilla de enfrente paso un zorrito muy relajado, que me ignoró por completo y siguió su camino indiferente.
El cuarto día estaba claro, tenía que seguir el Río Olivia (desde la orilla norte) por el Valle Carbajal hasta la Laguna Arco Iris, y ya desde ahí salir a buscar la ruta 3. honestamente me pensé que lo iba a hacer en forma rápida, pero fue un día a puro turbal, chapoteando en agua y barro y hundiéndome en la turba, que te va cansando y comiendo piernas. Para colmo, muchas veces uno se hace un camino y cuando llega descubre una presa de castor con su embalse, por lo que hay que rodearla. Tipo 12 llegué a la Laguna Arco Iris, almorcé y me fui para el sur siguiendo el río, pero no hubo forma (o no encontré el sitio) para cruzarlo sin mojarme, lo seguí un buen tiempo y al final cuando ya me comenzaba a alejar del cerro Portillo decidí badearlo. Al cruzarlo y caminar un poco, justo vi dos Martín pescadores imperturbables, sobre un árbol muerto en el turbal, a orillas del río Olivia. Seguí caminando para el sur y al meterme en el bosque del cerro ya encontré finalmente una senda sólida, que después se unió con una carretera, así que fui avanzando por fin en forma cómoda rumbo sur hasta llegar una casa de campo, donde me crucé con uno de sus ocupantes que venía a caballo y me preguntó si en el camino había visto vacas salvajes de ellos, que tenían que ir a buscarlas. Saqué mi mapa, le mostré donde las vi, oí, o donde había cruzado bosta fresca, luego seguí unos metros más, y salí a la Ruta 3 por donde antes estaba la antigua posada del peregrino o la mosca loca, por el km 13. Caminé un poco hasta tener señal en el celular / móvil y lo llamé a Sergio para que me venga a buscar. Así que a la tarde, ya estaba de vuelta en Ushuaia, disfrutando de una merecida ducha caliente y buena comida después de 4 jornadas de caminata.
En conclusión, es un circuito difícil de hacer, más que nada porque en mi caso o no andaba muy inspirado y por lo general me quedaba sin senda, y había que ir orientándose y atravesando bosques cerrados. Por momentos encontraba algo de camino y veía unas pisadas frescas de una persona, al salir me comentaron que fue un chico Ruso, que lo hizo dos días antes que yo. Además al estar caminando continuamente por turbales, se está prácticamente los 4 días con los pies mojados. Creo que sería más sencillo hacerlo en el sentido contrario, y de ambos tramos, el más fácil es del paso Beban a Bahía Torito. Igualmente por lo agreste del terreno y el paisaje me gustó mucho y disfrute de este trekking. Una pena que no me haya llevado el zoom de mi cámara (no tenía mucho lugar en la mochila), porque la verdad es que en la soledad del bosque y en contacto con la naturaleza me crucé con muchos animales, que aunque me quedé contemplando no tenía alcance para buenas fotos. Con gente, no me he cruzado con nadie en todo el camino, salvo los 3 residentes de Bahía Torito.
Dejo los datos de contacto de Sergio, lo conocí en el Valle de los Lobos y me pareció una persona excelente, por si alguien quiere contactarlo para algún transporte o excursión: (02901) 414160 o sergiodicaro@hotmail.com